Asturias
Asturias
ASTURIAS, sus villas y ciudades
Avilés. Además de industrial, posee un bellísimo conjunto monumental
(iglesias de San Fancisco y Santo Tomás, ayuntamiento, palacios de Ferrara y
Camposagrado, calles porticadas).
Candás. Todo sabe a mar: el puertín, las tascas, los guisos y hasta la
mareante algarabía veraniega. Fiesta de la Alborada.
Cangas de Onís. Habrán de verse el dolmen y ermita de Santa Cruz, el puente
“romano”, el ayuntamiento y, a corta distancia, la cueva del Buxu, la iglesia
de Abania, el monasterio de San Pedro de Villanueva (hoy Parador Nacional) y el
desfiladero de los Beyos.
Covadonga. El “Real Sitio” (cueva de la Santina, colegiata y basílica) abre
la entrada al Parque Nacional (casi 17.000 hectáreas) y sus paradisíacos lagos
de Enol y de la Ercina. Tracidicional Fiesta del Pastor.
Cudillero. Bellísimo pueblo apilado al borde de una coqueta palangana
atlántica. Emocionante fiesta de la Amurabela.
Gijón. Aunque poco monumental, la villa es antiquísima. Conviene dar un
paseo por el “Muro” y playa de San Lorenzo (desde el parque de Isabel la
Católica, con su feria de Muestras y Museo Pueblo de Asturias, hasta “Campo
Valdés” –palacio e hipocausto de las termas romanas, próximos a la plaza
Mayor-, barrio de Cimadevila, casa de Jovellanos) y otro (paseo) por el
“Puertín” (paseo, palacio de Revillagigedo). En las afueras, Fundación Evaristo
Valle y colosal La Laboral. No se precipite si le invitan a una “leche de
pantera”.
Lastres. Otro pueblecito colgante y arrebujado en torno al puertín pesquero.
Fiesta de la Arribada.
Luanco. Villa de intenso sabor marinero, sobre todo enfrentados a su
generosa “caldereta”.
Luarca. La “villa blanca”, sencillamente encantadora. En el “Alto de
Aristébano” –al otro lado del concejo-municipio-, fiesta de los “vaqueiros de
alzada”.
Llanes. Capital veraniega, con bellísimo y blasonado callejero y más de
30 playas en el municipio.
Navia. Aristocrática villa del occidente asturiano. Muy cerca, el
castro de Coaña.
Oviedo. “Salsipuedes” es una calle y un eslogan. Da para tanto que lo
mejor es patearla (“una ciudad es un libro que se lee con los pies”), releyendo
–antes, entretanto o más tarde- la actual, aunque centenaria, “Regenta” de
Clarín.
Pola de Lena. Colindante con León y de belleza no menos espectacular, pero sí
más virgen, que la de los Picos de Europa –su valle del Huerna es realmente
indescriptible-. La ermita de Santa Cristina es Patrimonio de la Humanidad.
Pola de Siero. Las más populares fiestas y romerías: “Les comadres”, “Los
huevos pintos”, “El Carmín”.
Ribadesella. Empujada al mar por el cordal montañoso. Imprescindible la
visita de la cueva de Tito Bustillo. Fiesta deportiva del “Descenso del Sella”
(con salida de Arriondas).
Valdediós. En el fondo de este “divino” y silencioso valle (entre Villaviciosa
y Pola de Siero), se levantan el monasterio de Santa María y el “conventín”
(iglesia prerrománica de San Salvador).
Villaviciosa. Su enclave y sus hidalgos hicieron de la “capital manzanera” una
de las más hermosas y monumentales villas asturianas: casas blasonadas,
mansiones e iglesias, como las de Santa María y San Juan de Amandi