PORTUGAL, Valle del Tajo
Portugal
VALLE DEL
TAJO
En castellano, Tajo se dice a boca abierta y suena a esfuerzo y a
degüello; en portugués, el Tejo (teyo) se pronuncia hacia adentro, es más
sereno, más íntimo, más descansadamente juguetón. El río Tajo mantiene atados
por la cintura a Portugal y España. Y Lisboa es la hebilla. Entre Sacedón y
Alcántara, se muscula y exhibe como si, en lugar de embalses, hubiera
desarrollado mares interiores. Fue frontera de reinos y ribera de reyes. Tras
su explosión castellana y extremeña, penetra en Portugal y recobra fuerzas.
Pierde violencia y gana entendimiento, se adapta a sus paisajes. Poco después
de Abrantes, se recuesta, indolente y taciturno, en el Ribatejo. Al final, se
abraza tiernamente a Lisboa, la ciudad impensable sin su río. (TurisNorte)
Villas en la costa
Foz do Arelho. Próxima a Caldas da Raínha y Obidos, disfruta de la más bella
laguna de Portugal. En su boca brama el Atlántico, que se encalma, dulcifica y
atempera en la extensa laguna, verdadera piscina natural.
Marinha Grande. En sus fábricas soplan los orfebres el cristal más exigente y
acabado.
Nazaré. Ya no es lo que era, aunque sigue cautivando por las muchas
tradiciones y tipismos que aún conserva. Agradable subida en teleférico hasta
los acantilados, parque acuático y monumentos del “sitio de Nazaré”.
Peniche. Antigua isla amurallada, hoy ligada al continente. Casi
enfrente, enlazadas entre sí y con Peniche por barcos regulares, se encuentran
las islas Berlengas, cuya riqueza piscícola, grutas marinas y aguas
transparentes atraen a pescadores deportivos y submarinistas de todo el mundo.
São Martinho do Porto. 13 kms. al sur de Nazaré. De tan
perfecta, Dios tuvo que dibujar previamente su bahía enconchada.
Villas en el interior
Abrantes. Toda la ciudad es una gran maceta de geranios floridos y rosales
silvestres, entre los cauces del Tajo y del Zézere. Por su viejo castillo pasó
lo más aguerrido y bastante de lo cortesano de Portugal.
Alcobaça. Levantada alrededor del monasterio cisterciense o Real Abadía de
Sta. María, donde esperan su reencuentro Pedro I e Inés de Castro. Frutas,
licores; cerámicas, tapicerías.
Batalha. En su monastero de Sta. María de la Victoria (el mejor gótico de
Portugal) deben visitarse la capilla del Fundador, el claustro y las “capelas
imperfeitas”.
Caldas da Raínha. Las termas, aprovechadas y
fundadas por la reina Leonor, imprimen caracter a esta bellísima ciudad, a dos
pasos de las playas. Dulces y cerámica.
Fátima. Centro mundial de peregrinación mariana, próxima a algunas
grutas excepcionales (Alvados, Moeda, Mira d’Aire, Sto. António).
Leiría. El aire medieval de la ciudad lo presiden su castillo y palacio.
Muy próximos, los barrocos escalera monumental y santuario de la Encarnación.
El mayor bosque de Portugal (20 kms. de largo por 5 de ancho) procede ya del
siglo XII y recibe su nombre: “Pinhal de Leiría”. Embutidos, lozas y mantas.
Marinha Grande. Entre Leiria y las playas, a unos 10 kms. En sus fábricas soplan
los orfebres el cristal más exigente y acabado.
Óbidos. Su apretado racimo de casitas fl oreadas, envuelto en piedra
amurallada, es inimaginable, el cuerpo incorrupto de la historia para los
devotos de hoy
Rio Maior. Fue muy conocida por sus minas de sal gema.
Santarém. Ciudad milenaria y especialmente amada por los reyes portugueses
del siglo XIII. Se define por algunos de sus sobrenombres: “corazón de
Portugal”, “capital del gótico” y “capital de la tauromaquia portuguesa”. Sus
atractivos son numerosos.
Tomar. Desde 1160, los templarios y sus continuadores de la Orden del
Cristo amparan y contemplan la ciudad vieja y la inmensa vega que se interrumpe
a orillas del Tajo, represado en la impresionante albufera de Castelo de Bode.
El Convento de Cristo (patrimonio de la Humanidad) es único.