PORTUGAL, Norte
Portugal
NORTE DE
PORTUGAL
Portugal nació aquí, en el norte. Después se hizo más al sur y al
otro lado de los mares. Y se olvidó del norte. Es una tierra corajuda y
bellísima, ombligo de once mundos y pico. Lo tiene todo. Aquí el vino es verde,
el caldo es verde, verde la costa, son verdes estos valles, no hay ríos de
aguas más verdosas, las sierras verdean a rabiar, y hasta creo que están verdes
los cielos. Se mastica verde. Y Miguel Torga cita a unos agüistas que
“recordaban haber visto ángeles veraneando en una nube de clorofila”. Por ello
refunfuña: “El verde se come al resto del arco iris” (TurisNorte)
Villas y ciudades en la costa
Caminha. Encantadora villa, de origen medieval, en la desembocadura del
río Minho, que es tan portugués como gallego.
Espinho. Oporto (18 kms. al norte) descansa aquí de su trabajo: extensas
playas, buen clima, vida nocturna, casino...
Esposende y Ofir. Al norte de Oporto (46 kms.),
cuenta con extensas playas soleadas.
Póvoa de Varzim. Al norte de Oporto (35 kms.). Fue bellísimo pueblo de
pescadores, hoy reconvertido en importante centro turístico. Casino.
Viana do Castelo. En la desembocadura del río
Lima, es una ciudad de color rojiverde, como la bandera de Portugal. Son
admirables sus fiestas y romerías, su colorido folclore. Entre los muchísimos
edifi cios civiles y religiosos, no ha de faltar la visita a la citania y a la
basílica del Monte de Santa Luzía.
Vila do Conde. La actividad artesanal de algunos constructores de barcos
recuerda, nostálgicamente, el antiguo y notable astillero. Seguro que les
encantará la compra de una “almofada” (encaje hecho a mano).
Vila Nova de Gaia. Comparte con Oporto la
desembocadura del río Duero. En sus 60 bodegas almacena y fortalece los mostos
que siguen llegando de las quintas durienses, más de 100 kms. río arriba. A
pesar de que Gaia pone las bodegas, Oporto dio el nombre.
Vila Praia de Âncora. Aún conserva el encanto y
algunas tradiciones de lo que fue: una aldea de pescadores en la desembocadura
del río Âncora.
Villas y ciudades en el interior
Amarante. Bellísima villa, dividida por el río Támega, con muy interesante
conjunto monumental (convento de Sâo Gonzalo, ayuntamiento). Carnes, pasteles;
bordados, vino verde.
Barcelos. El “gallo” de Portugal nació aquí de una leyenda y su reproducción
cerámica es una de las muchas graciosas que amasan los alfareros de la región.
Braga. “La Roma portuguesa” es una joya monumental (catedral, iglesias,
edifi cios civiles; santuarios de Sameiro y Bom Jesús do Monte; alrededores
monumentales de muy diversas épocas). Imprescindible. Carnes, bacalaos, dulces;
cerámica, bordados; vino verde.
Bragança. Cuna de la tercera dinastía, su ciudadela amurallada con 18
torres es excepcional (catedral, castillo, picota, domus municipalis). Cocido,
carnes.
Caldas das Taipas. Al lado del río Ave. Las aguas
de sus termas brotan a 32º, como ya comprobaban los romanos asentados en las
citanias de Briteiros y Sabroso.
Chaves. Ciudad de origen romano y termal (aguas a 75 grados). Castillo.
Jamón ahumado, bordados y cerámica.
Fafe. Pintoresca villa de “brasileiros” (indianos regresados del
Brasil).
Gerês (Parque Nacional). Uno de los más bellos de Europa: 650 kms.
cuadrados de serranías y bosques, de aguas represadas, de flora y fauna casi
únicas.
Guimarães. Ciudad-museo medieval, cuna de la nación portuguesa (Afonso
Henríques) y de su teatro (Gil Vicente). Castillo, capilla de San Miguel,
palacio de los Duques de Bragança, colegiata, crucero o templete del Salado,
pousada de Sta. Marinha; rúas, como la de Sta. María, con sus balcones
esculpidos, sus arcadas y su desgastado pavimento de piedra. Guisos, arroces,
dulces, bordados.
Lamego. Ciudad-museo, rodeada de frutales y viñedos. A 2 kms. se
levanta, tras una espectacular escalinata, el santuario barroco de los
Remedios. Jamón y vinos de aguja.
Miranda do Douro. Donde castellanos y portugueses
intercambiaron, durante siglos, insultos, recelos y mandobles, hoy sólo
trocamos textiles por dineros. Miranda sigue siendo “frontera”, del medievo y
del asombro. Su folclore (“pauliteiros”) y su dialecto (el mirandés) sorprenden
por el grandísimo parecido con los “cimarrones” y el bable lenenses (en
Asturias). En el burgo viejo (sobre un arribe del Duero) destaca la imponente
Sé (catedral), donde se guarda el guerrero Niño Jesús de Cartolinha.
Mirandela. Destacan el palacio de los Távora, la casona de los condes de
Vinhais y el puente medieval de 17 arcos. A 15 kms., la aldea histórica de
Romeu.
Monção. Separada o unida por el río Miño con la Salvaterra gallega. En
la ciudad amurallada destaca la fortaleza y en los alrededores el palacio de
Brejoeira y el monasterio de Longos Vales.
Oliveira de Azemeis. Aconsejamos el disfrute, un día
al menos, del extenso y bucólico Parque de La Salette, 40 kms. al sur de
Oporto.
Pedras Salgadas. En el valle del río Corgo, plena de vegetación y recuerdos
monárquicos: aquí veranearon los últimos reyes de Portugal.
Pinhão. A orillas del Duero y en el centro de los 18.710 kms2 de su
cuenca en Portugal.
Póvoa de Lanhoso. Sobre un tolmo granítico, sigue
airosa la torre del homenaje y parte amurallada del castillo (testigos del
cerco de doña Urraca a su hermana Teresa). Justo al lado de la calzada romana
que unía Asturica Augusta (Astorga) con Bracara Augusta (Braga).
Régua. Aquí se asienta el Instituto del Vino de Oporto; en las márgenes
del Duero, hay decenas de “quintas vinhateiras”; todos los cruceros atracan en
su muelle, toas las máquinas a vapor de los trenes históricos silvan y arrojan
espumarajos de humo en su estación de ferrocaril.
Sabrosa. Entre Vila Real y Pinhão, donde se exprimen los mejores vinos de
Oporto y nació el navegante Magallanes.
Santo Tirso. Por autopista, 25 kms. al norte de Oporto. Esta graciosa villa
escalonada es un remanso arbolado contra las fatigas de la gran urbe.
Soajo. Al este de Arcos de Valdévez y Ponte da Barca, en el Parque de
Peneda-Gerês. La mayor concentración de hórreos de piedra (“espigueiros”) –casi
50– de toda la península.
Valença do Minho. Separada o unida al río Miño con
la Tui gallega, merece un alto para visitar su fortaleza amurallada, probar sus
anguilas o comprar sus “farrapos”.
Valles del Duero y Tâmega. En sus
alineadas terrazas de viñedos se gesta el vino único que llamamos de Porto, el
más “generoso”, el más dulce, el más “fortalecido”.
Vidago. Forma, entre Chaves y Pedras Salgadas, una cola termal y romana.
Vidago no es un pueblo, ni unas caldas, ni siquiera un paraje: es un SUEÑO.
Vila Real. La antiquísima historia de esta capital de distrito fue dejando
fueros (es “villa real” desde 1289) y monumentos (desde el santuario rupestre
de Panóias al barroco de la Capela Nova o del Solar de Mateus).