PORTUGAL, el Algarve
Portugal

EL ALGARVE
Para muchos, el Algarve no es más que una larga costa de aguas
cristalinas, ocres roquedos e inmensos arenales dorados. Quizás alcancen a
divisar el intenso azul del horizonte marino y los verdes interiores de
variadas tonalidades. Algunos dejarán las arenas para admirar las blancas
casitas, con ribetes azules y naranjas, con almohadillados recortando las
largas paredes encaladas, con chimeneas que sobresalen como bulbos, con azoteas
y parapetos enrejados.
La historia portuguesa del Algarve es otra. Llevaba el país más de
cien años encerrado en unas fronteras intocables, fijas como corsés. Al norte y
al este, Castilla les vigilaba amenazante.
Entonces, los marinos de la Escuela de Sagres, que bajaron desde y
hasta “los confi nes del miedo”, comprendieron aquí que “les faltaba mundo” y
daban vueltas a la idea de que “las dos márgenes de certeza dudosa tenían que
unirse”. Aquí, comandados por Henrique el Navegante, soñaron otros mundos,
quizás otros mercados. Entre la espada castellana y la pared salada de la mar
océana, eligieron ésta.
Y se expandieron como lava, incandescentes, imparables, y hasta
descontrolados
(TurisNorte)
Sus villas
Albufeira. Capital
turística del Algarve, sorprende por su diseño y construcción moriscos. Fue la
última ciudad árabe reconquistada (en 1250). Además de la suya (ideal para
niños), disfruta de muchas playas muy extensas al este y al oeste.
Almancil. Hacia el
interior, entre Quarteira y Faro. Es imprescindible la visita de su azulejada y
barroca iglesia de São Lourenço.
Cabo de
San Vicente. La tierra forma un rocoso dedo índice que señala el mundo por
descubrir. Sobre la uña se levanta el mítico faro que, iluminado, se divisa a
no menos de 30 kms. Carvoeiro. Extenso arenal y villa de pescadores, a
13 kms. de Portimão.
Castro Marín. La mejor
atalaya sobre el Guadiana y su desembocadura. En su cuadrado y rojizo castillo
se estableció la Orden de Cristo antes de asentarse en Tomar.
Estoi. Unos 10
kms. al norte de Faro y Olhão. Aconsejamos una visita a los bellísimos y
eclécticos exteriores del palacio, así como a las ruinas romanas de Milroi.
Faro. Capital
administrativa del Algarve desde mitad del siglo XVIII. Merecen un
desplazamiento tanto su barrio viejo, como la catedral (construida sobre lo que
fue mezquita), el Ayuntamiento y la iglesia del Carmen, cuya curiosa y macabra
“capilla de los huesos” impresiona (está construida con esqueletos y revestida
de calaveras sonrientes).
Lagos. Antiquísima
ciudad, que precedió en la capitalidad a Faro. Visita de sus murallas (ventana
manuelina), del pórtico que acogió el primer mercado de esclavos de Europa; de
la capilla “dorada” de San Antonio, del fuerte de Ponta Bandeira y de las
cercanas formaciones rocosas en Ponta da Piedade.
Loulé. Paseando
sus calles, comprobaremos que es el verdadero centro artesanal del Algarve:
cerámicas, trabajos en paja y esparto, piezas de cobre, hojalata y hierro
fundido.
Monchique. Conocido
balneario del interior (25 kms. al norte de Portimão), reventado de vegetación
y con excepcionales panorámicas sobre las serranías y el mar.
Monte
Gordo.
Fue aldea de pescadores y hoy se caracteriza por su proximidad a la frontera,
su extenso arenal y sus casinos.
Olhão. Semeja una
ciudad norteafricana, con sus pequeñas casas, en forma de cubos blancos. Sus
chimeneas “de balón” son características: cuadradas, sin adornos y muy bajas,
apenas sobresalen de la pared que protege las azoteas.
Portimão. Importante
ciudad comercial y pesquera, de antiquísima fundación y repetidamente asediada,
asaltada y a veces destruida. Para su defensa se construyeron fortalezas, como
la de Santa Catarina de Ribamar (en Praia da Rocha).
Quarteira. Antiguo
pueblo de pescadores, hoy día totalmente volcado a la actividad turística. Sagres.
Desde la Escuela de Navegantes, fundada aquí por el Infante Dom Henrique, se
organizaron los “descobrimentos” portugueses. Aquí aprendieron su oficio
marinos como Colón y Vasco da Gama. Su fortaleza alberga la antigua Escuela, la
casa y capilla del Infante, y la pétrea rosa de los vientos de 43 m. de
diámetro. Los mariscos, y especialmente la langosta, son excepcionales.
Silves. Capital del
Algarve desde la ocupación árabe hasta que, en el siglo XVI, fue sustituida por
Lagos. Han de visitarse su catedral de Sta. María, el castillo, la Cruz de
Portugal y el embalse de Arade.
Tavira. Esta
ciudad, con tres mil años de historia, resulta quizás la más pintoresca de la
costa algarvía. Separada del mar por un gran banco de arena. Aquí arribaron las
carabelas que, tras la primera expedición marítima portuguesa, volvían de
conquistar Ceuta (1415). Merece la pena visitar sus iglesias de la Misericordia
y de Sta. María del Castillo.
Vila Real
de Santo Antonio. A la vera del río Guadiana y frente a Ayamonte. Esta “villa
rectilínea”, esta “ciudad enrejada” fue refundada en 1774, tras ser anegada por
el mar y las arenas, y se urbanizó a imitación de la “baixa pombalina” de
Lisboa.
Sus playas
El Algarve tiene clasificadas 58 playas, en muchas de las cuales
ondea la Bandera Azul de la Unión Europea. Reseñamos algunas, de oeste a este:
Beliche y
Baleeira.
Próximas a Sagres y buenas para la práctica del “surf”, pesca y exploración
submarina.
Salema y
Burgau.
Entre Sagres y Lagos ideales para “surfistas”. Playas y aldeas agradables.
Luz. Al oeste de
Lagos. Muy concurrida. “Windsurf” y esquí acuático.
Camilo,
Dona Ana, etc. Próximas a Lagos, pequeñas, abrigadas e ideales para niños.
Meia Praia. Arenal de 4
kms., al oeste de Lagos. Fuertes corrientes. Vela, “windsurf”, esquí acuático.
Alvor. Extensa
playa al oeste de Portimão y gran centro turístico. Vientos de intensidad
media.
Três
Irmãos, Prainha, Vau. Pequeñas playas familiares, entre Alvor y Rocha.
Praia da
Rocha. Frente
a Portimão y, probablemente, la más conocida del Algarve.
Ferragudo,
Caneiros, Vale da Lapa. Pintorescas y muy tranquilas.
Carvoeiro. Sus
acantilados cobijan algunas de las más tranquilas playas del Algarve, sólo
accesibles por mar.
Vale de
Centianes. Entre rocas y peñascos.
Senhora da
Rocha.
Forma dos playas separadas por un túnel. Ideal para nadar.
Armação de
Pêra. Arenal
que, a lo largo de 10 kms., llega casi hasta Albufeira.
Galé,
Castelo, São Rafael. Playas entre peñascos, de aguas tranquilas, al oeste de
Albufeira.
Albufeira. Frente a la
ciudad, tres playas finas y de poco oleaje.
Balaia y
Maria Luisa. Al este de Albufeira. Grandes, tranquilas, ideales para niños.
Areias de
São João y Oura. Frente a Montechoro. Extensa y concurrida.
Olhos de
Água. Concha
de arena y curiosas fuentes submarinas de agua dulce.
Falésia. Playa
familiar, cercana a Vilamoura; muy extensa y aconsejable para juegos y
caminar. Praia da Marina. La más
importante de Vilamoura.
Quarteira. Arenal
extenso con espolones. Aguas tranquilas.
Vale do
Lobo. Largo
arenal, defendido por dunas y acantilados (falésias). Cosmopolita.
Garrão y
Quinta do Lago. Como en la anterior, a su lado se levantan algunos de los
complejos turísticos más exclusivos de Portugal.
Islas de
Faro, Barreta, Culatra, Armona, Fuzeta y Tavira. A lo largo de muchos kilómetros,
el litoral se protege de las mareas mediante grandes, interminables islas, que
semejan alargados alfileres de arena. Excepto la de Faro, el resto de las
islas, sólo es accesible en barco.
Cabanas. Muy extensa
y protegida.
Manta
Rota, Praia Verde. Aguas muy templadas. Próximas a la frontera española.
Monte
Gordo.
Rodeada de pinares que llegan hasta el más extenso arenal de aguas templadas
del sur de Europa. Gran equipamiento y Casino.
Sus
complementos
Puertos deportivos, campos de golf, equitación y casinos: ya hemos
indicado algunos de los lugares donde se ofrecen estos complementos. Aquí las
fiestas populares son continuas e inolvidables, ha de bailarse el rápido y
pegadizo “corridinho” y, junto con los algarvianos, usar las flores como
munición. Los amantes de los deportes náuticos encuentran aquí su paraíso:
pesca, submarinismo, vela, windsurf, esquí acuático, lanchas motoras, cruceros…
Alquilan toda clase de materiales y enseñan las más modernas técnicas.
Su
gastronomía
Es imposible resumir su gastronomía, pero aconsejamos probar:
• incomparables sopas de pescado
• mariscos, como camarones, centollos, nécoras, gambas, langostinos…
• bacalao “a brás” ó “com grão”, ó “ze Pipo”
• sardinas asadas y “espadarte fumado”.
• feijoada (guiso de judías, carne tomate, cebolla y vino)
• febras com porco
• y, sobre todo, “cataplana” (guiso de almejas, berberechos
u otros marsicos, con carne, jamón, especias, ajo, cebolla, tomate malaguetas,
pimientos y vino).
• dulces y pasteles de origen árabe.
Los vinos siguen siendo excelentes, pero sobresalen los
aguardientes y licores:
• bagaçeiras o bagaços (especie de orujos)
• augardente velha (exquisito brandy que se destila cuidadosamente
de uvas seleccionadas)
• brandy moscatel (con un soberbio regusto final)
• modronho (licor que se destila de una baja del Algarve).