PORTUGAL, Oporto, visiones, visitas y el vino

Portugal

PORTUGAL, Oporto, visiones, visitas y el vino

OPORTO

Visiones de Oporto

Los portuenses o “tripeiros”, con impaciente ironía resumen: “Lisboa se divierte, Coimbra canta, Braga reza y Oporto trabaja”. Poco o nada hemos de corregir el dicho, salvo apuntar una sonrisa, condescendiente o cómplice. Este “corazón del norte, donde el vino es sublime”, nos cautivará por la fuerza de su consistencia granítica y barroca. El Tajo de Lisboa se presiente, evanescente, desde y sobre los cauces lineales o retorcidos de sus callejuelas y avenidas; el Duero, el río de Oporto, cimenta la ciudad, penetra y se levanta como otra muralla de granito, salado o dulce, al vaivén de las mareas: las que levanta la inminente mar océana y las que arrastra, desde los altos valles interiores, exprimidos de uvas y de historia. (TurisNorte).

 

Acababa de regresar de tierras lejanas y todavía ponía en los recuerdos la “saudade” caliente que deja en ellos una infancia interrumpida. Oporto era uno de esos recuerdos. Y desde el trémulo puente de Dona Maria, suspenso en el abismo fluvial y en mi propia emoción, comprobé, deslumbrado, que me encontraba ante el mismo Oporto de siempre, explayado en sus pendientes, firme, amplio, con vivos colores de camuesa, húmido y desgraciado en la Ribera, espiritual y feliz en las puntas de sus torres. (Miguel Torga)

Esta es la ciudad de los contrastes: burguesa y cosmopolita, conservadora e innovadora, individualista, familiar y comunicativa, ribereña y atlántica, miñota-duerense y europea; la ciudad de los encuentros: tiempo y memoria, continuidad y cambio, intimidad y hechizo. (Hélder Pacheco).

 

Hay ciudades hechas a la medida del ser humano, y las hay que no dan la talla. La relación de Oporto y sus habitantes es exacta: los portuenses forman un corazón que se confunde con la propia ciudad… Claro que, en apariencia, Oporto es algo fría, granítica, oscura. Pero, en el fondo, las ciudades son lo que sus gentes, y la nuestra se parece a nosotros: sonrientes y llenos de calor humano. (Márcia Batista y otros alumnos de la Escuela de Hostelería y Turismo de Porto).

Oporto es sólo la pequeña plaza donde, hace ya tiempo, aprendo metódicamente a ser árbol. (Eugénio de Andrade).

Si bien hay por aquí muchos que confunden la b con la v, son muy pocos los que confunden libertad con servidumbre. (Almeida Garrett).

 


Media cuarta de historia

Pasaron los finales de la edad de bronce, los balbuceos íberos, las relaciones con fenicios y griegos, el imperio romano por su “Cale”, los oscuros años suevos y visigóticos, y la poca dificultosa invasión árabe.Hasta que el astur conde Vímara Peres, cuya broncínea estatua de picador posa ante la catedral, reconquistó en 868 esta parte del Duero. Y, desde entonces, Oporto siempre tuvo mucho que decir en la historia de Portugal:

• cuando su condado, el de “Portucale”, se declaró independiente de León con Afonso Henriques,

• cuando encabezó el movimiento “burgués”, es decir, municipal, al fi nal de la Edad Media,

• por haber nacido en Oporto el infante Dom Henrique, quien armó aquí la primera y otras expediciones para “descobrir mundos”,

• porque se benefi ció de la ocupación española (1580-1640), a pesar de lo cual también luchó por la “restauración” de su independencia,

• porque dio vida y nombre al primer vino sublime,

• porque no despilfarró del todo las riquezas provenientes del Brasil, desarrollando el más espectacular barroco nacional,

• cuando convivió malsanamente con los invasores franceses,

• porque participó lealmente con los liberales en las guerras fratricidas,

• en fin, cuando se inició (31 enero 1891) en Oporto el primer movimiento antimonárquico, que llevó a la proclamación de la República el 5 de octubre de 1910.

 

Los Puentes

La margen derecha del Duero (O Porto) se comunica con la izquierda (Gaia, donde se levantan más de 60 bodegas) por 6 puentes:

• el de Arrábida (1963), de hormigón, con un tablero de 500 m. y 270 m. de arco;

• el de Luis I (1886), metálico, con doble tablero de 174 y 392 metros; a su lado, se conservan las torres-fuste que aguantaban los cabos del puente Pênsil (1843);

• el de María Pia (1877), metálico, proyectado por Eiffel, con 354 m. de largo y levantado 61 m. sobre las aguas del Duero;

• el de Sâo Joâo (1991), de hormigón;

• el de O Infante (2003), de hormigón, rinde homenaje a Enrique “el Navegante”

 

Panorámicas

Para tener una visión de conjunto, es aconsejable contemplar la ciudad desde:

• el convento y observatorio Sierra del Pilar, en el lado sur del puente Luis I;

• la Torre de los Clérigos (75’60 m. de altura), a cuyo mirador se accede tras subir 240 peldaños;

• la Torre de los Pazos (edificio del Ayuntamiento).

 

Monumentos civiles

• Casa del Infante. Desde su construcción (1325) hasta el s. XIX fue Aduana. Ahora, Archivo Histórico.

• Muralla Fernandina (s. XIV, siendo rey Dom Fernando). Tenía 3 kms. de perímetro y una altura media de 11 m.

• Palacio Episcopal. De origen medieval, aunque reconstruido por Nasoni a fi nales del XVIII.

• Plaza de la Ribeira. También de origen medieval, pero rehecha en el XVIII y reconstruída en el XIX.

• Faro de San Miguel (1527). • Castillo de la Foz (fi nales del XVI). Defendía la desembocadura. • Castillo del Queijo (XVII). Defendía la costa. • Cadeia de Relação (fi nales del XVIII). De apariencia neoclásica; fue cárcel y ahora se rehabilita para Centro Portugués de Fotografía.

• Palacio de los Carrancas (fi nales del XVIII). Durante el XIX fue residencia real en el norte; hoy es Museo Nacional Soares dos Reis. • Palacio de la Bolsa (a partir de 1842). De trazado neoclásico, destacan su patio de las naciones, la sala árabe, la de los retratos y la del tribunal.

• Aduana Nueva (Alfândega; segunda mitad del XIX). Tras su rehabilitación para sede de la Cumbre Iberoaméricana, hoy es centro cultural.

• Estación de São Bento (principios del XX). Impresionante vestíbulo con 20.000 azulejos historiados de Jorge Colaço.

• Avenida de los Aliados. En ambos extremos, el edifi cio que fue ayuntamiento (desde su balcón se proclamó la República en 1910) y el que lo es ahora.

• Panel de la Ribera Negra (1987). Júlio Resende pintó este gran mural de gres.

• Otros: Auditorio Carlos Alberto, Coliseu, Museo de Serralves (tanto el pabellón modernista como la obra de Alvaro Siza Vieira); la que proyectó Rem Koolhaas y será Casa de la Música; los grandes parques y jardines (de la Ciudad, de Serralves, del Palacio de Cristal, de San Roque…); el grandioso edifi cio metálico del mercado de Bolhão, los modernistas Café Majestic y la Librería Lello…

 

Monumentos religiosos

• Iglesia de Cedofeita (s. XII). Notables capilla mayor con arcadas ciegas, capiteles y los dos portales (en el del norte, tímpano con Agnus Dei).

• Catedral (XII-XIII). Iglesia-fortaleza con almenas. Claustro gótico y pórtico con paneles de azulejos (XVII).

• Iglesia de S. Francisco (XIV-XV). Su interior lo revisten “talhas douradas” con más de 210 kgs. de oro en láminas.

• Iglesia de Sta. Clara (desde 1416). Portal manuelino-renacentista. Su barroca decoración combina admirablemente la talla dorada y el azulejo.

• Iglesia de los Grilos o de S. Lorenzo (XVII) Manierista, la primera de las jesuítas en Oporto.

• Iglesia y Torre de los Clérigos (XVII). Barroco del prolífico Nasoni.

• Iglesia del Carmen (XVIII). Fachada lateral recubierta de azulejos que dibujó (1912) Silvestri.

• Iglesia de la Lapa. Guarda el corazón de D. Pedro IV, ofrecido por él en vida para agradecer el apoyo de Oporto durante las luchas liberales contra D. Miguel.

• Otros: la Capilla de las Almas exhibe muy hermosos paneles exteriores de azulejos, pintados por Eduardo Leite, a principios del XX; lo mismo que la frontal de la iglesia de S. Ildefonso, con azulejos de Jorge Colaço.

 

El vino de Oporto

El de Oporto es un vino generoso y envejecido, cuyo mosto procede de la región vinícola del Duero (40.500 ha. de viña plantada): Baixo Corgo, Cima Corgo y Duero Superior.

Tras dormitar el invierno en las quintas durienses, se transporta el caldo hasta las bodegas (en Porto-Gaia o en las propias Quintas). Y aquí sigue fermentando, es decir, el azúcar de las uvas se transforma en alcohol. Al cabo, se “fortifica” con el añadido de aguardiente vínico (77O), con lo que se detiene la fermentación, evitando que muchos azúcares se transformen: así se consigue un vino “generoso”, de gran dulzura y alta graduación (entre 19 y 22 grados).

Permanece un largo período de noviciado, recluído en pipas, y, finalmente, se embotella.

• Los vinos sin añada son ensamblados, es decir, producto de cosechas y viñas diferentes y combinadas. Envejecen un mínimo de 3 años en pipa y son: Ruby (los tintos más frescos por jóvenes), Vintage Character (excelentes jóvenes de calidad superior), Tawny (de color “leonado”, dorado, más oxidados y envejecidos en roble), Tawny con indicación de edad (media de 10, 20, 30 o más de 40 años).

• Los vinos con añada son producto de una sola y buena cosecha seleccionada. Los Vintage maduran 2 años en pipa de roble y se embotellan sin filtrar, por lo que siguen envejeciendo en el casco y precisan ser decantados. Los L.B.V. (Late Bottled Vintage) maduran en pipa entre 4 y 6 años y normalmente son depurados antes de embotellarlos. Los Colheita (Reserva) permanecen en barrica un mínimo de 7 años