PORTUGAL, arte

Portugal

PORTUGAL, arte

ARTE PORTUGUÉS

“Poco importa dónde vaya. Allí donde llegue, el arte portugués estará presente: el admirable diseño de un pórtico manuelino, la frescura de un panel de azulejos o el esplendor tallado del interior de una modesta iglesia de provincias...”

Estas artes decorativas coinciden con los períodos de mayor riqueza sobrevenida, los primeros cincuenta años de los siglos XVI y XVIII. Y en las tres artes descansa la más original aportación de Portugal al patrimonio artístico europeo.

Los Azulejos

Llegan a Portugal, desde Sevilla, en el siglo XV. La técnica evoluciona y mejora, desde el alicatado, pasando por las de “cuerda seca” y “arista”, hasta llegar a la “mayólica” (azulejo liso), a veces policromado, aunque los más bellos y “fi nos” sean azules sobre fondo blanco. Decoran, tanto iglesias y palacios, como jardines, mercados, dependencias familiares. Su profusión, suelta o en paneles, permite identificar a Portugal como “país de los azulejos”.

 

El Manuelino

Aparecido en tiempos del rey Manuel I (1495-1521) y también llamado “arte de los descubrimientos” porque coincide su inicio y edad de oro con la expansión marítima (Vasco da Gama llega a la India en 1498). Es un arte ornamental, reflejo del optimismo y riqueza del siglo XVI portugués. La decoración pétrea se nota en la minuciosa y desbordante filigrana de los claustros, pórticos y ventanas, con motivos y símbolos relacionados con el poderío y las expediciones marítimas: sogas y nudos, velas hinchadas, mástiles, flora y monstruos marinos; esfera armilar (emblema del rey Manuel), cruz de Cristo (emblema de la Orden Militar que financió los descubrimientos y otras obras).

Ejemplos singulares son la torre de Belém y el monasterio de los Jerónimos, en Lisboa; la iglesia de Jesús, en Setúbal; el convento dos Lóios, en Evora; el claustro del silencio, en Coimbra; las capillas “imperfeitas”, en Batalha...

 

El Barroco

En tiempos del rey Joâo V (“arte joanina”), llega a espuertas el oro de Brasil. Y, con él, renace el gusto nacional por la exuberancia y el efectismo. En el norte (Oporto), es más notable el “horror vacui” y se recarga la decoración de los interiores hasta no dejar un trozo de pared sin cubrir: con azulejos a veces y, normalmente, con “tallas doradas” (retablos con quilos y quilos de oro en láminas)

Citemos las basílicas de Sta. Engracia y Estrella, en Lisboa; el convento-palacio de Mafra; Sta. Clara, San Francisco y Clérigos, en Oporto; iglesias, palacios, mansiones ... en todo Portugal.