No conozco a ningún español sensible que no se emocione, enamorado, con Portugal y buena parte de lo portugués. Pocos años atrás, Raúl del Pozo escribió: Volví a sentir esa gentileza, melancolía y educación de los portugueses… Ellos nos enseñaron a ser demócratas al son de Grándola, Vila Morena y nos han enseñado muchas cosas más, en el océano y en la balsa de piedra de Saramago... Disfruté de un gran día de lluvia y de golf en el país en el que no se matan ni a los toros en las corridas ni a los hombres en las revoluciones.

Considerando, con muy ligeras modificaciones, los actuales límites fronterizos, la nación más antigua de Europa está en Portugal. Se desgajó de Castilla y, desde entonces, ¡la echamos tanto de menos! Añoramos Portugal mucho antes de la Restauración, antes incluso de Afonso Henriques.

No sé si necesito añadir cuánto me apasiona Portugal.

(J.A.I. – TurisNorte)